Como siempre lo hago, leyendo los artículos de varias páginas comparto
este que me parece muy acertado por los tiempos que estamos viviendo ya que
todas las personas hablan de la paz interior, que difícil es conseguirla pero qué
fácil es perderla, sino estamos sintonizamos en lo que dicen las líneas de este
autor desconocido, unido a esto estamos en la fecha más hermosa del año donde se reúnen las familias a compartir y a celebrar el espíritu de la navidad les obsequio este hermoso contenido.
Uno de los objetivos más elevados
en el viaje de la Página de la Vida es conseguir transmitir las herramientas
para alcanzar la paz; la paz interior, “la paz que supera toda comprensión”.
Pero uno de nuestros primeros
descubrimientos cuando emprendemos el camino de la superación es la guerra que
mantenemos con nosotros mismos. Nos enfadamos por nuestros errores; estamos
resentidos por nuestras debilidades; nos resistimos a hacer realidad nuestras
aspiraciones más elevadas. Queremos progresar en todas las áreas de la vida,
pero no nos gusta su precio.
La resolución de estos conflictos
estriba en el discernimiento de “lo que es” y ello nos lleva ineludiblemente a
la Paz Interior.
La Paz Interior. Vivir conociendo
esta cualidad profunda, aunque sutil, es estar tan bien sintonizado con el
poder espiritual de la compasión y del amor que seamos contados entre los más
próximos a vivir la plenitud de sus posibilidades Divinas. Pero ¿qué es esta
paz personal e interior? Y ¿cómo podemos encontrarla?
La paz personal es ese sentido
interior, etéreo, de bienestar emocional y espiritual, esa tranquilidad
profunda que nos llega cuando somos capaces de desconectarnos de los
pensamientos inquietantes, inútiles o amenazantes, y alcanzar a comprender la
realidad de “lo que es”.
La paz personal subjetiva, pero
muy real, es el sentimiento bien fundado y de unión que tenemos cuando nos
liberamos de las preocupaciones, el sufrimiento, el dolor, el estrés y el miedo
y somos conscientes de las incontables maravillas que nos ofrece la vida.
La paz interior es el
conocimiento de que todo está bien, la compresión de que el Ser Universal lo
tiene todo bajo control, aun cuando nuestro mundo parezca a punto de explotar.
Nos llega cuando nos apartamos mental, emocional y espiritualmente, y a veces
físicamente, de los embrollos mundanos, de los conflictos o de nuestras
responsabilidades mal comprendidas.
La paz interior se convierte en
una realidad cuando trasladamos nuestro centro desde los problemas que no
podemos resolver hasta una visión más elevada de compresión del porqué.
Trascendemos. En este traslado, dejamos caer la tristeza y las preocupaciones.
La dicha que queda es la paz.
Si queremos recorrer con éxito el
camino que nos lleva a la paz interior, tendremos que desmontar algunos de los
obstáculos personales que nos atenazan; el miedo al futuro y las lamentaciones
por el pasado no son más que los primarios. El viaje completo a la paz interior
significa que también tenemos que superar los baches de la envidia, los desvíos
de la impaciencia, las calles sin salida de la terquedad y los puentes helados
de la rigidez. Pero debemos viajar. El viaje hacia la paz personal no se
realiza en un coche aparcado.
¿El camino de la paz? Pasa por la
meditación trascendental o la oración en meditación, que es una disciplina
olvidada y mal comprendida. La meditación en oración es una manera excelente de
desarrollar la conciencia aumentada en todas las áreas de la vida. Pero es
fundamental para alcanzar la paz interior y para conservarla.
Cuando nos atrapan las
preocupaciones, o las actitudes de ataque o defensa, estamos desertando, en la
práctica, de nuestras posibilidades de alcanzar ese bienestar. La persona que
está bien no está en casa. Por ejemplo, podemos estar conduciendo, rabiosos por
el tráfico, y perdernos por completo la hermosa puesta de sol. En lugar de
verla, nos centramos en escenas interiores de preocupación y de miedo.
La meditación y la meditación en
oración nos ayudan a trasladar nuestra atención al momento presente y al
control de nuestra mente y de nuestro espíritu. Nos vuelve a traer a casa.
Podemos soltar nuestras preocupaciones y estar abiertos y conscientes de la
presencia divina. No conocemos otro medio más eficaz para conseguir la paz
interior. Destinar un rato cada día a esta actividad será el mejor de los
remedios para todos los males que acechan al hombre actual.
Los avatares de la vida cotidiana
consumen un esfuerzo enorme. Los conflictos interiores agotan nuestros
recursos. Se pierde la paz. Nos quedamos tan inmersos en la resolución de esta
guerra interior que nos queda poca energía para hacer en el mundo algo más que
ir tirando. Y existen momentos en los que incluso ir tirando es difícil.
El problema no es que falte
energía, aunque nos sintamos cansados y fatigados. Tenemos la energía. El
problema es que ésta está fragmentada. Necesitamos claramente encontrar una
base firme para nuestro bienestar interior. La Paz Personal es esa base.
De modo que declaramos una tregua
interior. Nos permitimos momentáneamente retirarnos de la batalla encarnizada.
Nos tomamos un tiempo de sosiego. Somos conscientes de nuestras batallas y de
nuestro agotamiento. Esta conciencia nos sitúa en una encrucijada decisiva.
Uno de los caminos conduce de
nuevo a la batalla. El otro conduce al distanciamiento, a la liberación y a la
paz interior.
El camino de la reflexión y la
meditación nos lleva a una nueva perspectiva. Nos damos cuenta de que nuestros
conflictos interiores no son eternos.
Pero no debemos mantenernos
distanciados de nuestro deber de obrar. La energía que alimentó antes nuestra
encarnizada batalla interna puede ser utilizada ahora para vivir creativamente.
Con la práctica, nos volvemos centrados y serenos. Nuestra energía emocional y
espiritual se dispara entonces hasta las nubes.
Y estamos preparados, recargados,
renovados para prestar servicio a nuestro mundo.
La paz personal engendra energía.
Nuestro incremento eficaz de energía física y espiritual es consecuencia de
nuestro descubrimiento de la paz interior. Y su empleo más efectivo significa
que tenemos menores probabilidades de derrochar sus preciosos recursos en
preocupaciones, lamentaciones, culpabilidades e indecisiones. Éste es un paso
de gigante hacia la paz interior al nivel espiritual más elevado.
Cuando avanzamos por el camino de
la paz interior ésta nos ayuda a convertirnos en verdaderos pacificadores; pero
no en el sentido habitual de resolver las contiendas de otras personas o de
otros pueblos. Por el contrario, nos convertimos en pacificadores cuando
producimos la serenidad en nuestras almas. Entonces nos llenamos de un poder
positivo, de un espíritu que nos carga de energía. Y cuando esa energía se
utiliza para el bien, aumenta. Satisfará todas nuestras necesidades, y fluirá
para ayudar a otros.
Creemos que la paz interior, que
la paz personal es la energía vibrante que puede curar al mundo, que puede
producir la paz entre las naciones. Creemos que la paz interior, la paz
personal, puede traer al mundo una armonía duradera.
En realidad, los actos sencillos
son las cosas que cambian nuestras vidas y nuestro mundo.
La búsqueda consciente de la paz
es uno de ellos. Si nos tomamos en serio la búsqueda de la paz interior nos
convertiremos en libertadores. Liberemos, renovemos.
Gracias, Gracias, Gracias.
Desconozco el autor
Por: Dannys Beatriz de la Cruz Arteta
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