viernes, 4 de agosto de 2017

ARCANGEL ZADQUIEL








El arcángel Zadquiel es un ángel de misericordia y benevolencia. Se le representa sosteniendo una daga ya que fue el ángel que detuvo a Abraham cuando iba a sacrificar a Isaac en el Monte Moyra.


Este Arcángel nos guía hacia la verdad, rige el rayo violeta, eleva nuestra conciencia y permite que soltemos los dolores del alma. Nos ayuda a perdonar y perdonarnos.

Limpia y purifica nuestro karma con su fuego sagrado. Rompe las cadenas de las energías inferiores. Es protector de los niños. Rige viajes cortos y traslados. Es ideal invocarlo en momentos de dolor ya que alivia duelos trayéndonos paz. Rige los días sábados. El rayo violeta nos sirve invocarlo para trasmutación, perdón, libertad, compasión, disolver y trasmutar energía mal calificada, liberarnos de ataduras de cualquier clase,  a desapegarnos.

Asociaciones físicas: rige la glándula pineal, la parte alta de la cabeza, corona, cerebro, cuero cabelludo. Mejora las inflamaciones internas, alivia las palpitaciones del corazón, ayuda al correcto funcionamiento del sistema inmunológico. Cura los moratones, las hinchazones, alivia problemas de tensiones oculares, calma irritaciones y dolor.

Asociaciones emocionales y mentales: favorece la recuperación emocional, libera adicciones, retira obstáculos emocionales. Asociaciones espirituales: inspira, libera la imaginación, favorece la meditación, potencia las capacidades psíquicas, desarrolla la intuición, fomenta la conexión con el alma, limpia y purifica cualquier cosa que toca.
 “La biblia de los ángeles” hazel Raven





Los Dolores del alma.

Junto al amado Zadquiel y los Ángeles de la liberación podemos sanar nuestros dolores del alma. La idea de nuestro trabajo de luz es borrar de nuestras células estas heridas para poder armonizarnos y avanzar en nuestro camino espiritual
.
Es importante reconocerlas, aceptarlas y sanarlas con la energía violeta. De este modo borramos de nuestra memoria y registros estas energías de dolor y fluimos con energía divina. Con cada dolor nuestra alma sufre. Con cada alma nuestra alma se fisura. Con cada traición nuestra alma se quiebra y se desprenden pequeños fragmentos de luz. Gracias a nuestro Padre celestial nuestra luz interior es poderosa y el no permite que nunca se apague nuestra llama interior. Nuestro ser cambia, y con el correr de los años podemos volvernos más cerrados, desconfiados, culposos o tristes.

Es indispensable reconocer estos dolores, sentirnos, volverlos a vivenciar y soltarlos con amor. Nuestros ángeles nos darán fuerza para transitar este camino de dolor y sanar con amor estas heridas.

Abramos el corazón sinceramente y empecemos el cambio.





Carolina Campos divide estos dolores en tres clases:
 • Cicatrices del alma: son dolores que nos marcan y condicionan en nuestra existencia. Al atravesar estas situaciones nuestro ser comienza a desarrollar emociones negativas. Estas cicatrices pueden presentarse a través de: injusticia, indiferencia. Pérdidas materiales, accidentes o situación límite, desaire o desprecio.

• Heridas del alma: son heridas emocionales profundas que en algunas ocasiones vienen acompañadas por mucho dolor y humillación de nuestra persona. Estas situaciones hacen que se desprendan pequeños fragmentos de luz de nuestro ser. Estas heridas pueden presentarse a través de Rechazo (bullyng), Mentiras, humillación, separación, engaños.

• Fracturas del alma: estas son reconocidas como quiebres emocionales profundos. Nos quebramos emocionalmente ante esta situación. Las fuerzas angelicales pueden reestablecer el equilibrio y sanar todas nuestras fisuras y brechas. Solo debemos buscar su amparo y reconocer el dolor para que comience la sanación. Estas fracturas pueden presentarse a través de: violación (confianza, intimidad, etc); abuso (físico, mental o psicológico), traición, abandono, desapego.

Tomado de la página de: http://rakukeireiki.ning.com


Gracias a  Rosalía López Briega y al Maestro Rafael Alcaz 



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