domingo, 27 de noviembre de 2016

Madurez Espiritual Por: Omsari Sorí García




Hoy deseo compartir esta información tan importante algo que debemo recordar de cómo está creado el Ser Humano: y es de Materia, Espíritu y Alma  aqui les copio la información completa... Dios nos bendiga a todos  y los  Ángeles nos guien en el caminar por este hermoso camino que es la vida. 





- La Materia comprende el vehículo físico, la mente inferior y el cuerpo astral.

- El Espíritu comprende la Mente Superior. En él se encuentra el Registro Askásico personal, donde se guardan las experiencias vividas en cada encarnación, y sobre las cuales se forma el destino o karma. Es el cuerpo mental espiritual el que migra de un cuerpo físico a otro en el proceso re encarnativo. Mientras no se ha alcanzado la unión con el Alma, este cuerpo conserva una apariencia mental similar a la más reciente encarnación, pero también se puede captar la presencia de un Espíritu a través de sensaciones físicas de frío o calor, como también visualizando esferas de colores que no son más que el aura espiritual del ser.

- El Alma, palabra derivada del Sánscrito Atma, es la Esencia Divina. Atma en sánscrito está definida como la partícula de Dios que cada uno es, y a la cual el Ser Espiritual aspira unirse. Aquí es donde mora la Real Sabiduría y se trata de un Cuerpo Divino.

El Alma crea al Espíritu y el Espíritu crea la Materia.
La vida material y espiritual es un proceso de maduración constante; conforme vamos creciendo vamos siendo cada vez más independientes, y ese proceso de independencia está unido a la madurez del individuo.

Debemos partir de que llegar a la madurez no depende sólo del paso del tiempo, no es cuestión de edad física ni de edad espiritual (tiempo de creación de un determinado espíritu dentro del Plan Cósmico), sino más bien de la voluntad del Ser en cuanto al logro de su madurez. Fundamentalmente se trata de una cuestión de responsabilidad.



El proceso de maduración del Ser Humano consiste en:

Maduración de la materia: Esto abarca el desarrollo físico desde la formación del embrión hasta la transformación de la materia, la cual se conoce como muerte. Durante este proceso se contempla el desarrollo no solamente del vehículo físico, sino también el del mental inferior, la conducta, adaptación social, aprendizaje intelectual, etc.

Maduración del Espíritu: Lo primero a señalar aquí es que para lograr la madurez en el Espíritu, primeramente el Ser Humano debe trascender la preocupación de la materia, y convertirse en un buscador y estudiante del Espíritu. El hecho de que alguien decida vivir la vida dentro del concepto de crecimiento espiritual, no le hace ser una persona ni espiritual ni madura espiritualmente, ya que todo es un proceso, y la base de éste proceso es el trabajo que el individuo haga con la personalidad inferior, la cual es creada por su mental inferior, y que corresponde a su materia. Lo que significa que aquel que lee, participa de cursos y talleres sobre crecimiento humano, utiliza técnicas de superación humana y de transformación de la personalidad, etc., solo está encaminándose a través del primer paso, que es la consecución de la madurez mental. Este aprendizaje tiene como objetivo un saber hacer, no una mera información que nos ayude a socializar mejor para resultar más interesantes ante los demás. De nada sirve recibir una enseñanza y no saber realizarla.

La madurez mental es el logro de no sentir miedo de los deseos, de los sueños, de los propios poderes. Se pasa a estar cómodo con el espacio que los demás, entiéndase también la sociedad, le han reservado. Se logra una sensación de libertad y satisfacción de los actos propios. Se transgrede todo aquello que se piensa no es justo. Se actúa libremente aceptando libremente los límites lógicos de su libertad: la de los demás. Valora su integridad, pero no trata de imponerla a los demás. Rechaza las quejas inútiles o los lloriqueos porque sabe que no le aportan nada, que es una pérdida de tiempo y de energía. Sabe afrontar cualquier problema con serenidad, porque sabe que el verdadero poder está únicamente en su mano. No intenta poner excusas fáciles que le permitan escabullirse de sus responsabilidades. Aprende a valorar cualquier pensamiento que se le presente.Cualquier actividad o percepción es flexible, mutable, adaptable. No se es rígido ni inflexible ni con los demás ni consigo mismo. Se está abierto a nuevas experiencias, a nuevas opiniones y todas son igualmente respetables, aunque unas las comparta y otras no.



El ser que se encamina hacia el logro de su madurez mental vive con benevolencia sus propios errores. Se permite un margen para no ser perfecto, para equivocarse, para rectificar. Sabe que no es competente en todos los campos, por lo tanto admite sus equivocaciones sin que esto le cause dolor.

Entonces, la persona cuyo objetivo es madurar en el Espíritu, debe estar dispuesta al cambio en el amplio sentido de la palabra, ya que la realidad es cambiante y todo, incluidas las circunstancias personales de cada uno, son susceptibles de ser cambiadas. Una mente encaminada hacia la consecución de la madurez espiritual, ama la vida, ama a los demás, y también se ama a sí misma.

El segundo paso dentro del proceso de evolución espiritual consisten en el logro del control de la materia, pero como se ha mencionado antes, esto solo se alcanza si ya la mente ha madurado lo suficiente como para poder crear mejores condiciones para su materia, o sea, después de haber logrado lo que antes se ha señalado en cuanto a niveles de entendimiento de la propia vida. En vista de que el cuerpo espiritual no es material, vivir en el Espíritu es no precisar de la materia, lo cual no significa que la persona deba renunciar a ésta, más bien vivir equilibradamente entre la materia y el espíritu. 

Para lograr lo que nos proponemos en el espíritu debemos transformar nuestra vida material, en ese sentido el Espíritu nos motiva a llevar una vida de austeridad, donde lo importante no sea el consumismo ni el derroche material, el culto al cuerpo, el placer de los sentidos inferiores, la diversión contaminante. La persona desarrolla la capacidad de alimentar el espíritu en la medida justa que éste pide, a consumir alimentos sanos que afecten lo menos posible el cuerpo físico, valorando primordialmente la alimentación vegetariana, ya que se hace consciente de que su materia no necesita del padecimiento, por lo tanto entiende que no debe alimentarla del sufrimiento extremo de algún otro ser vivo, porque es el reino vegetal el que menos padece su proceso de transformación dentro de los cuatro reinos. Y este entendimiento está por encima de cualquier estudio científico del cuerpo físico, ya que independientemente del grupo sanguíneo al que se pertenezca, la mente tiene el poder de transformar su materia, ya que ese es el proceso natural de la creación; de esa manera, cualquier cuerpo físico puede alimentarse sanamente con lo que su inteligencia superior entienda le es más útil, y es aquí donde se demuestra la madurez del Espíritu.




El control de la materia procura hábitos de vida saludables, que no contaminen su Espíritu con vivencias que posteriormente le mantenga limitado a consecuentes vidas de sufrimiento. Y es que el Ser maduro espiritualmente decide no padecer, no sufrir, por eso conduce su vida hacia formas de pensamientos y de actuaciones físicas que le liberen de la rueda del sufrimiento.

Una materia bajo el control de una mente superior, no introduce a su cuerpo alimento, bebida y ningún otro producto que altere la naturaleza de su materia física y  mental. No desarrolla en su mente pensamientos y sentimientos de dolor, los cuales muchas veces están relacionados con la alimentación y los hábitos físicos, o sea, vida sedentaria, sin nutrientes espirituales. Se aprende que el trabajo remunerado no es lo más importante de la vida, y que para obtener el bienestar económico que se necesita para la subsistencia, no es necesario trabajar más, sino producir más con menos esfuerzo e implicando menos tiempo, y por supuesto, no se siente culpable por ello.

El Ser Maduro Espiritual no vive para trabajar, alimentarse, tener sexo y dormir, pero tampoco vive para no trabajar, no alimentarse, no tener sexo y no dormir, sino que más bien sabe cómo trabajar adecuadamente y utilizando el menor tiempo posible, como alimentarse sanamente, como practicar el acto sexual de manera inteligente y sin apego al placer, y como sacar provecho a sus horas de descanso, tanto mientras duerme, como al espacio de ocio físico que es donde se desarrollo el trabajo espiritual y la alimentación de la mente superior y del Espíritu.

El apego es el principal obstáculo hacia la consecución de la madurez espiritual. Las personas se apegan al trabajo, a ciertos hábitos, a los alimentos, al sexo, a los contaminantes mentales, a los sentimientos, al falso amor., y peor aún, educan a sus más cercanos con esos mismos apegos, incluso fomentan el apego de los demás hacia ellos en un verdadero acto de egoísmo y desamor.



La práctica de la sexualidad es una de las más comúnmente distorsionadas. Usualmente el ser humano vive el sexo en la mente, no en el cuerpo, y esto es una deformación de la realidad de su propia naturaleza, sin embargo, no es considerado como tal, pero siendo la sexualidad una y solamente una necesidad del cuerpo físico, no tendría porqué vivirse en la mente. Cuando una persona ocupa parte del tiempo pensando en comida, paseándose frente a las vitrinas que exhiben comida, y creándose mentalmente un apetito que no tienen, esa persona es considerada regularmente enferma, sin embargo, aquellos que ocupan gran parte del tiempo pensando en el sexo, mirando programas de televisión que exaltan la libido, fijándose en el cuerpo físico de sus semejantes para descubrir sus puntos gustosos y sensuales, vistiéndose y arreglándose a sí mismos de manera que se exageren las partes íntimas de su cuerpo y provoque en los demás exaltaciones sexuales, eso no es comúnmente considerado una enfermedad, entonces, ¿dónde está la coherencia? Pero todas las necesidades del cuerpo físico son eso, necesidades, y cada una se satisface cuando el cuerpo y solo el cuerpo las demanda, o sea, se come, se orina, se defeca, se practica el acto sexual, cuando el cuerpo físico así lo demanda, y aquellos que comen en exceso, orinan en exceso, defecan en exceso, tienen sexo en exceso, están actuando desde el desequilibrio y la enfermedad, un desequilibrio que tiene su origen en sus procesos mentales.



Lo antes dicho señala que aquel espíritu que vive en la materia, debe respetar la naturaleza de su vehículo físico, permitiendo a su cuerpo que satisfaga sus propias necesidades, sin impedir que este coma, orine, defeque, tenga sexo, duerma, etc., lo que sabe hacer un Ser Maduro Espiritualmente es cubrir las necesidades físicas de su materia de la forma más natural y equilibrada posible, de la misma forma que acostumbra a su materia a permitirle vivir espacios donde no tenga ninguna necesidad física, donde pueda permanecer tiempo sin alimento, sin sexo, sin dormir, sin orinar, sin defecar, porque es a través de la materia que se regresa al Espíritu, y es a través del Espíritu que se regresa al Alma.

En todo este proceso, el silencio podría ser una de las principales herramientas hacia la consecución de la madurez. Callar y observar, porque aquel que necesita expresar demasiado con las palabras, necesita para sí mismo confirmación, por eso comunica en exceso, para escuchar con sus oídos físicos lo que no es capaz de escuchar dentro de su interior, y sobre todo, porque necesita confirmación de su interlocutor ya que interiormente es inseguro de sí mismo.

Curiosamente unas de las técnicas de salud mental que más se recomienda en estos tiempos es expresar con palabras lo que se siente, dialogar, ponerse uno de acuerdo, sin embargo, expresar lo que se siente sin que el otro esté en una disposición armoniosa podría desencadenar un estado de inquietud mayor en la otra persona, independientemente de que quien haya dicho lo que siente se quede muy a gusto, y como la actitud del Ser Maduro Espiritual no es sentirse él bien aunque sumerja al otro en la desgracia, pues habría que considerar hasta qué punto esa técnica es realmente saludable.

Establecer un diálogo desde la rigidez es perder el tiempo, intentar ponerse de acuerdo desde la tensión es crear una potencial guerra humana. Por eso, el silencio y la observación es la primera herramienta recomendada en cualquier situación, y en cuanto a la expresión de los sentimientos, partiendo evidentemente de unos sentimientos que vibren en lo que es el verdadero Amor, pues una manera adecuada podría ser la actuación, demostrar con actos y con gestos. Observamos que la gente primero quiere hablar y luego abrazarse, están aquellos que no aceptan un abrazo o un beso reconciliador si primeramente no se ha dialogado, pero esos ignoran que una conversación anticipada por besos, abrazos y demostraciones gestuales de cariño, tiene mayor posibilidad de ser efectiva que una anticipada por la tensión y la rigidez.



La Madurez Espiritual es el logro del control sobre la materia, que no es más que el entendimiento de que la materia es lo que la mente quiere que sea. Es la capacidad de discernir, de desarrollar las capacidades que permitan vivir una vida en armonía y equilibrio como son la paciencia, el desapego, la inocencia, la comprensión, la serenidad, el silencio y la contemplación. Pero quizás la mayor características de un Ser maduro espiritualmente es el reconocimiento y la práctica de que todo obedece a un Orden Divino, y que ese orden también es un poder que cada uno tiene un su interior, el cual nos permite crear un estado mental, físico y emocional consecuente con el Orden Divino Universal.


Gracias por tan excelente explicacion. Dios bendiga tu ser, Omsari Sorí García
Imágenes tomadas de la Web.