sábado, 27 de abril de 2013

¿QUE SON LAS ENFERMEDADES ASTRALES?..... Parásitos Astrales:







Enfermedades Astrales que se Transfieren al Cuerpo Físico.

Así como el cuerpo puede sufrir infecciones causadas por bacterias, virus, hongos y parásitos, también el cuerpo energético puede sufrir una infestación causada por diversos “micro-organismos” astrales.

El principal objetivo de estos parásitos astrales es el de alimentarse de la energía vital del huésped.

Los parásitos astrales pueden localizarse en diversas zonas del cuerpo energético, en los chakras, o en el espacio energético que envuelve a los órganos, provocando enfermedades que si no son tratadas a nivel astral desde su inicio terminan manifestándose físicamente.

En el plano mental, los parásitos astrales pueden causar obsesiones, ideas recurrentes, hábitos destructivos, y neurosis.

Por ejemplo, ciertas criaturas astrales atraídas por la versión astral del componente químico de sustancias como el alcohol, el azúcar, los alimentos grasos, las drogas, provocarán en el huésped el deseo de consumir dichas sustancias. Cuanto más se alimentan, más crecen provocando un círculo vicioso muy difícil de romper.

Muchas de estas criaturas se reproducen también, de la misma forma en la que se reproducen los parásitos en el cuerpo. Es posible que los parásitos en el cuerpo sean un espejo de lo que ocurre a nivel astral, aunque no es posible saber qué ocurre primero, si el parásito físico y luego el astral o viceversa. Es posible que dependa de las circunstancias en las que la infestación tuvo lugar.

A quien le interese este tema, le recomiendo que haga una investigación sobre los parásitos en el mundo físico y en cómo el cuerpo actúa ante una infección. Esto le dará una idea de lo que es posible que ocurra en el plano astral.

“Así como es arriba, también es abajo”, nos recuerda la máxima hermética.

Cada sustancia en el mundo físico tiene un componente energético que se manifiesta en el mundo astral. La medicina oriental conoce este hecho muy bien.

Las entidades astrales parasitarias entran dentro de la categoría de parásitos conscientes, entendiendo el término “consciente” como la capacidad de entenderse separado de un otro, con una existencia orgánicamente individual. Sin embargo, tanto los parásitos como las entidades astrales parasitarias carecen de consciencia espiritual, por lo que su existencia es equiparable a la de los zombis, conscientes de su necesidad de alimento pero de nada más.

Los parásitos astrales son más bien animales instintivos alimentarios, es decir, con un grado de inteligencia animal, más bien instintiva y sus reacciones se asimilan a las de los parásitos del mundo físico. Podríamos decir que el parásito físico no es sino una “condensación” de la sustancia astral en el plano de la materia.

La entidad astral parasitaria, en cambio, tiene un cierto grado de inteligencia, que puede ser comparable al de cualquier ser humano no desarrollado espiritualmente.

Es por esto que las entidades astrales parasitarias pueden engañar a la gente de la misma forma que los seres humanos engañan a otros seres humanos. Pueden hacerse pasar por difuntos, aprovechando el apego emocional de la persona que ha sido elegida como “objetivo alimenticio”.

Pueden también hacerse pasar por “guías”, por “maestros ascendidos”, por “el Yo real” o “Higher-self”, por “dios” o la “virgen”, por personajes famosos de la historia, etc.

Cualquier disfraz es bueno si tiene como resultado atrapar al ser humano, primero energéticamente, luego a nivel de la voluntad, luego, a nivel del cuerpo y finalmente, a nivel del espíritu, estado extremo de control que devendría en lo que se conoce como “posesión demoníaca.”

La infestación de parásitos astrales y entidades astrales parasitarias es más común de lo que se cree. Si el ser humano no se hallara limitado por sus cincos sentidos y fuera capaz de ver el cuerpo invisible, podría ver estas criaturas agazapadas a la energía del huésped. La visión sería bastante desagradable. Lo mismo ocurriría si pudiéramos ver los micro-organismos que cohabitan con nosotros y en nuestro cuerpo. La tecnología microscópica no has proporcionado fotografías de estos diminutos seres que habitan en nuestra piel, cabello, y órganos internos.

En el caso de los parásitos astrales, puede que una cantidad mínima de ellos sea “normal.” El problema radica cuando éstos se reproducen o atraen a otros parásitos enturbiando así el flujo de energía vital. Esto es lo que se conoce como “enfermedad.” La enfermedad astral puede comenzar mucho antes de que se manifieste en el plano físico.

En cuanto al plano mental, el parásito astral interfiere con los pensamientos del huésped, provocando ideas recurrentes que, inevitablemente, terminan por afectar la conexión entre las neuronas cerebrales. La neurología nos enseña que una idea repetida refuerza la conexión entre las neuronas relacionadas con esa idea. Ésta es la base del aprendizaje. Si esa conexión no se refuerza, la idea se va desvaneciendo. Es por esto que olvidamos. Cualquier idea (información, que es ni más ni menos, energía eléctrica circulando por el cuerpo celular) traza un camino de conexiones neuronales que, si es reforzado constantemente, produce una “fijación” del camino trazado por esa idea. Así se crean redes de asociaciones. Dependiendo del camino que estas redes tomen, activarán diferentes cambios químicos en la célula. Estos cambios químicos producen neurotransmisores que pasan a la corriente sanguínea con el objetivo de dar un determinado mensaje químico, a través de sus receptores, a las células del cuerpo, que a su vez, iniciarán cambios químicos en ellas mismas alterando su composición e incluso permitiendo la expresión de genes, que pueden activarse o desactivarse. A su vez, estos mensajes químicos pueden ordenarle a la célula que produzca más o menos receptores para un tipo determinado de neurotransmisor, por lo que, ciertos transmisores encontrarán a sus respectivos receptores y otros no. Y así se produce un círculo vicioso de orden químico que puede provocar cambios biológicos importantes, que podrían culminar en una enfermedad física.

Por ejemplo, una situación estresante en la vida de una persona, puede provocar un debilitamiento del “sistema inmunológico” astral. Este debilitamiento de la coraza energética puede atraer parásitos que, por ejemplo, se alimentan de la sustancia etérea producida por el azúcar. Así la persona, que en condiciones normales no es de comer alimentos azucarados, siente el deseo de comer cada vez más alimentos azucarados. Puede que la persona se pregunte por qué este deseo poco habitual en ella, y hasta puede llegar a recordar otras situaciones más o menos estresantes en las cuales no sintió la misma necesidad de comer azúcar como en el presente. La persona puede ceder una y otra vez a las demandas del parásito y, una vez debilitada su voluntad, el organismo invasor, toma más y más control de la persona que se vuelve adicta al azúcar. Si, además, hay una condición genética subyacente, como puede ser una diabetes no activada, el riesgo de que la enfermedad se active a través del mecanismo biológico de los transmisores químicos, se incrementa.

Puede ocurrir que una condición subyacente en la persona pueda provocar que ésta atraiga sin saberlo a cierto tipo de parásitos. Por ejemplo, el hijo de una persona alcohólica que absorbió grandes cantidades de alcohol mientras estaba en el vientre de su madre, puede, en una situación de estrés, atraer a parásitos que se alimentan de la sustancia etérea producida por el alcohol, incrementando así la probabilidad de que el joven se convierta en un alcohólico.

Puede ocurrir que, así como cada ser humano tiene un olor particular generado por la composición química de su cuerpo en un momento dado de su vida, también el cuerpo energético debe tener un “olor” particular relacionado no sólo a la composición química de su cuerpo físico en un momento dado de su vida, sino también a su estado de desarrollo espiritual. Éste “olor” ha sido explicado como frecuencia vibratoria y cómo sabemos que la materia es también una onda, nada quita que sea ambas cosas, materia en forma de moléculas olfativas, en el campo físico y ondas, en el campo astral o mundo invisible.

De ahí que el olor repulsivo se asocie, en la literatura ocultista, a entidades oscuras, negativas, entrópicas y el olor perfumado a entidades de la luz, positivas, creativas. De ahí también que se le haya dado el nombre de “aroma de santidad” al fenómeno producido por las personas que, por su desarrollo espiritual, emanaban aroma de flores. Como todo parásito, el astral vive y se reproduce en la oscuridad, el calor y la humedad, sugiero que los equivalentes etéricos de estas condiciones físicas son: la falta de conocimiento, trabajo sobre sí, desarrollo (esclarecimiento) espiritual (la luz); la ignorancia de orden espiritual, los excesos, la auto-indulgencia, la complacencia, las conductas de bajeza espiritual, la permanencia en ambientes donde éstas se producen, la falta de disciplina espiritual (el calor y la humedad). Tanto el frío como el fuego, la sequedad y la amargura, pueden destruir a los parásitos y evitar que éstos se acerquen. En el equivalente astral, la búsqueda del desarrollo espiritual, la disciplina espiritual, el sufrimiento consciente, la “limpieza” en la conducta diaria, hábitos sanos, el conocimiento de sí, la lucha contra la mentira en uno mismo por sobre todas las cosas, la desconsideración interna y la consideración externa (Ver P.D.Oupensky, Fragmentos de una enseñanza desconocida, En busca de lo Milagroso sobre las enseñanzas de G.I. Gurdjieff), todos estas prácticas y “ejercicios del alma”, contribuyen a elevar la frecuencia vibratoria haciendo que el cuerpo energético sea menos atrayente para los parásitos y las entidades astrales parasitarias. El conocimiento de los mundos invisibles juega un papel fundamental, uno debe volverse “astuto como serpientes y manso como las palomas”.


Para más información recomiendo leer:

Parásitos etèricos en Pluralidad de los Mundos.

Entes, parásitos del cuerpo energético, de Samuel Sagan (disponible gratis en su página)

Mind Parasites, de Jonathan Zap (en inglés)

The hidden side of nature, de Bo Yin Ra, extraído de “El libro sobre el Dios viviente” (en inglés)

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martes, 9 de abril de 2013

La oración en cada uno de los dedos del "Papa Francisco." por nuestra Venezuela






Excelente forma para aprender aconectarnos con Dios utilizando los dedos de nuestra  mano y asì pedir por cada uno de nosotros de una forma màgica y hermosa. en estos momentos que bastante falta nos hace a todos los Venezolanos unirnos en oraciòn lo comparto con todos.

1. El pulgar es el más cercano a ti.
Así que empieza orando por quienes están más cerca de ti. Son las personas más fáciles de recordar. Orar por nuestros seres queridos es "una dulce obligación".

2. El siguiente dedo es el índice.
Ora por quienes enseñan, instruyen y sanan. Esto incluye a los maestros, profesores, médicos y sacerdotes. Ellos necesitan apoyo y sabiduría para indicar la dirección correcta a los demás. Tenlos siempre presentes en tus oraciones.

3. El siguiente dedo es el más alto.
Nos recuerda a nuestros líderes. Ora por el presidente, los congresistas, los empresarios y los gerentes. Estas personas dirigen los destinos de nuestra patria y guían a la opinión pública. Necesitan la guía de Dios.

4. El cuarto dedo es nuestro dedo anular:
Aunque a muchos les sorprenda, es nuestro dedo más débil, como te lo puede decir cualquier profesor de piano. Debe recordarnos orar por los más débiles, con muchos problemas o postrados por las enfermedades. Necesitan tus oraciones de día y de noche. Nunca será demasiado lo que ores por ellos. También debe invitarnos a orar por los matrimonios.

5. Y por último está nuestro dedo meñique, el más pequeño de todos los dedos, que es como debemos vernos ante Dios y los demás. Como dice la Biblia "los últimos serán los primeros".

Tu meñique debe recordarte orar por ti. Cuando ya hayas orado por los otros cuatro grupos verás tus propias necesidades en la perspectiva correcta, y podrás orar mejor por las tuyas.

ORACIÓN DE MONSEÑOR BERGOGLIO. (HOY: EL PAPA FRANCISCO)
Gracias. Gracias. Gracias.